
Escuchaba desde otra habitación el programa de radio que oía mi madre, gran aficionada a este medio. Como muchas tardes, no era más que un murmullo radiofónico. Los interlocutores hablaban sobre un tema en cuestión e intercambiaban opiniones diversas. Hasta ahí todo normal, algo cotidiano. Pero poco a poco ese interveniente fue subiendo su tono de voz hasta que las palabras le salían de forma atropellada. Paradógicamente el silencio perturbador que se debía estar viviendo en directo era perfectamente perceptible por todos los oyentes.
Este hombre era el alcalde de Rota, primer edil de un ayuntamiento gobernado por la formación Roteños independientes (una hormiguita a la que hay que aplastar antes de que se sumen otras y se forme aquí la de Dios)
Contaba el buen hombre el particular vía crucis que le ha estado costando ejercer como alcalde de Rota y narraba, tomando como referencia algunas poblaciones vecinas, la dejadez y negativa de la Junta de Andalucía (el pie gigante que aplasta a las hormigas díscolas y rebeldes) ante los proyectos paridos por este partido.
¿Será posible? ¿Será posible esa forma de hacer política? ¿Cómo no se les va a llamar dictadores a aquellos que rechazan lo que no es de mi partido?Hasta allí, hasta Rota, habrán llegado también las voces de aquellos que anuncian camiones de dinero y garantías de mejora si votan al capullo, qué también está en la Junta. Por aquí también escuchamos esa canción y todavía estamos esperando esa garantía...
Por lo que he podido leer a posteriori, Lorenzo Sánchez, el alcalde, achacando principalmente problemas de salud, dimite de su puesto.
Haciendo uso de la tradición oral: Clama al cielo