viernes, 19 de febrero de 2010

28F




Otro año más.
Otro año más me siento a pensar y a reflexionar sobre este bendito día que se marca en el calendario como el día de Andalucía. De veras que lo intento, de veras que intento ser objetiva, dejo a un lado la política, pero me desaliento y caigo rendida: ¿eso es nuestra tierra? ¿fiesta, aceite y pan? ¿dónde está la cordura? ¿es qué nadie se ha parado a pensar que estamos formando a criaturas y no hacemos más que fomentar el eterno sainete de incultura, palma y compás?


Cojo aire y recuerdo las letras de Martínez Ares, la voz de Jose María, un viejo libro de mi estantería, con un niño de Casares, que no llegó a viejo, pero fue El Padre, el padre de Andalucía.
Miro a mi alrededor. ¡Qué vergüenza! ¡Qué lástima, madre mía! Una bandera abatida, sin sentido y confundida. ¡Qué desengaño! Una bandera que lejos de su orgullo, no es más que un trapo. Su verde no es esperanza ni el blanco abandera la paz, no es más que un trozo de tela que tenemos que colgar.


Otro año más. Otro 1 de marzo sin enseñarles su historia, sin darles su regalo. ¡Mostradles la dignidad de todo un pueblo hermanado! Un pueblo que tras un suspiro y un anhelo consiguieron nuestro legado. Un artículo bendito que nos colmaba de orgullo, que rompía lastre y yugo y nos premiaba con un mejor futuro.


Llegó el futuro.
¡Levántate compañero, saca tus sentimientos, que ya llegó febrero, ya llegó nuestro día, enséñales a esos niños que es Andalucía!
¡Levántate compañera, recuerda qué es el 4 de diciembre, diles qué es nuestra fiesta, que es algo más que un puente!