
El 26 de marzo se alzaba como el día del necesitado descanso laboral. Con el viernes Dolores el curso escolar quedaba en stand by. El profesorado descansaba de sus alumnos y estos de nosotros. Por otro lado comenzaba de manera incipiente la Semana Santa (si que es cierto que para muchos la Semana Grande, amigo tecno-viso). Misas, besamanos, triduos, funciones...todos estos días marcados en el calendario cofrade, no hacían más que vaticinar una semana grande, con 7 días, como las 51 restantes del año, pero grande para un importante número de visueños/as. Una semana de sentidos: de degustar los pestiños y torrijas de tu madre, de escuchar tambores, trompetas, la voz rota del saeter@, de oler a incienso, a jazmín, a primavera, de ver estampas tan entrañables como el nazareno dándole cera a un chico que se acerca para terminar el domingo de resurrección con la bola de cera más grande de su clase, ver, y digo bien, ver emociones, ya sea en la Virgen dolorosa, en el azul del Domingo del Ramos o en la luz de aquellas que discretamente alumbran a su Cristo o Virgen; y como no de tocar, de tocar el cielo con la arenga del capataz. Pero a lo que iba...
Mi Semana Santa de 2010 empezaba semanas atrás, y ya se dibujaba con otros colores a como había sido en otros años.
El chorro de voz de un buen amigo sería la encargada de conducirnos a un mar de sensaciones el 21 de marzo, día del pregón. Consiguió algo grandioso y mágico: despojar a la Semana Santa de todo lo supérfluo, lo secundario, lo ornamental. Para los "no-cofrades" que asistimos a ver a nuestro amigo,en uno de sus días más importantes, las palabras, llenas de sinceridad, fuerza y ternura fueron más que suficientes para sentir y entender la fe, la penitencia o la cuaresma.
Sola en mi habitación, preparaba el vestido para ese 21 de marzo. A pesar de que seguía intacto, no era la misma habitación de la SS de 2009. Mi hermana cambió su estado civil y cambió de habitación, lógicamente. Ya mi casa, no era la suya, sino la de su madre. Ya no se escuchaba el corrincheo de hermanas en el baño o en el dormitorio. En el balcón de la calle corredera, se divisaban los nuevos "inquilinos" del piso...En fin, ¡¡bendito paso del tiempo!!